Finalmente, para terminar este recorrido, un tanto apresurado, compuesto apenas de sugencias, de incitaciones, de preguntas, querría intentar responder a una de ellas, formulada más arriba en relación al texto de Sarduy, a la que postergué en su momento para referirme con más detenimiento al trabajo de Clark. Me preguntaba entonces cómo podría denominarse a ese momento del pensamiento estético o de la práctica artística que permitía realizar el tipo de operaciones inclusivas que sugería la enumeración de Sarduy. Quiero responder a esa pregunta considerando el trabajo de Clark es su conjunto, ese compuesto mixto de objetos y experiencia al que Maria Alice Milliet denominó con tanta justeza "obra-trajeto"14. Ateniéndonos entonces al trabajo de Clark -pero también al de Oiticica y, por qué no, al de los artistas conceptuales argentinos que hacia fines de la década de los sesenta desarrollaron una obra tan poderosa como "Tucumán Arde"- es que podríamos denominar como "modernismo" a esa configuración teórica-existencial que consiste en proyectar un saber obtenido a partir de una reflexión sobre las determinaciones materiales de la práctica artística hacia otros campos de conocimiento, desorganizándolos, configurando saberes inéditos, reconstituyendo incansable e interminablemente el horizonte epistemológico asequible al pensamiento en un determinado momento histórico. Claro que esta improvisada definición de modernismo está muy lejos de aquella delineada con tanta precisión por Greenberg hace casi treinta años. Pero quizás lo dramático de esta diferencia no haga más que advertirnos acerca de la necesidad de pensar la historia del arte como un múltiple, a través de paralelos y relaciones recíprocas, pero también a partir de la aceptación de las distintas especificidades determinadas por ordenes diferenciales de interpretación y análisis. Tal vez sea en consecuencia el proyecto de una historia del arte comparada la mejor respuesta al asombro que provoca el texto de Sarduy. Asombro -vacilación del lenguaje- frente al cuerpo que se recuerda -que se produce- en el contacto con el vacío musical de una caracola, con el peso indeterminado de una piedra a la que nos aferramos como a una "prueba de realidad"15.


Carlos Basualdo, 1994.


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